Cultura
“Para todes, tode”, la megamuestra de arte feminista en el CCK
“Lo íntimo como lugar de revolución”, explica Kekena Corvalán, la curadora de la muestra Políticas del deseo: para todes, tode, y señala unas ollas acumuladas en unas cajas. No son ollas cualquiera. Tienen historia, porque cocinaron para muchos, durante años, y en cada cebolla frita, en cada guiso preparado, asentaron luchas y revoluciones. Y cultura, que ahí también hay de eso.
Las ollas llegaron de Santa Cruz, son parte del trabajo del Colectivo Viento Negro. Algunas están abolladas, otras con marcas del fuego, todas con una historia que atraviesa generaciones, luchas y también silencios.
La muestra está organizada, en conjunto, por el ministerio de Cultura, que dirige Tristán Bauer y el de Mujeres, Géneros y Diversidad, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta. Ya está casi todo listo para recibir al público este miércoles 4 de marzo para celebrar el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras bajo la consigna “Nosotras movemos el mundo”, como parte de la organización de una serie de conciertos, charlas, debates, exposiciones gratuitos impulsados por ambos ministerios. En los pisos hay bolsas con burbujas de aire para proteger las obras, escaleras, y un despliegue colorido que anticipa lo que se viene.
«El nombre sale de un chiste que hicimos el año pasado con Rita Segato. Yo estaba armando esta muestra y el título era Para todes, todo y ella me sugirió que llevara la idea hasta el final y que fuera Para todes, tode. Habla de que el «todo» también es un genérico masculino y pensar esto es una crítica al género. El nombre es poético. Lo poético es una manera de conocer, de aprender. Mi práctica curatorial también es poética», explica Corvalán.
Hay una pintura de Andrea Pasut, una artista, actriz, muralista y escenógrafa trans. Un cuerpo disidente sobre una cama, una maja vestida y provocadora. “Es un orgullo tenerla. Muy pocas artistas trans acceden a las escuelas de arte”, explica Corvalán a Clarín.
Y hay una pintura de una Evita astronauta, de Marina Olmi. Cuentan en el recorrido que los trabajadores del CCK que pasan a ordenar todos los días se detienen a verla.
Y ya está preparada la instalación de Marcia Schvartz, exuberante y llena de potencia: “Boquita/El ángel del mal” se lee en el cartel. Todavía no se ve, pero se anuncia: habrá un desfile de Drag Kings -artistas que representan personajes exageradamente masculinos- y lectura del Tarotpara acompañar la serie de la artista Veky Power con reinterpretaciones de los Arcanos Mayores sin los corsets de los géneros que ya cuelgan en la sala: La Torre, Los Enamorados, están todos.
Son muchas obras de múltiples identidades. Se trata del vínculo que tanto trabaja Corvalán entre artes visuales y artes vivas, dos espacios que acá pondrán en escena, en especial, a lo invisibilizado. Hay pañuelos delicados con bordados que recrean bombas, granadas, sierras, como armas de tortura que se combinan sobre superficies en apariencia frágiles, o platitos de cerámica con frases políticas o artes gráficas cargadas de poesía.
La curadora pone el acento en la diversidad: “Hay que trabajar el concepto de «mujeres». En 2015 empezaron las marchas de Ni Una Menos, las huelgas… Las artes visuales se politizaron tras el feminismo. Nos llenó de potencia y contradicciones y por eso es tan dinámico. No hay movimientos partidarios. Esto va más allá . Va por tener otras relaciones sociales, humanas, de vínculo”.
Hay desde trabajos de impronta callejera, con registro de las luchas artísticas y políticas que se dan en las paredes -con disolución de autoría y potencia del mensaje- hasta un muro rosa chicle en el que Cromoactivismo busca homenajear a las prostitutas de la Patagonia Trágica que se resistieron a tener sexo con los gendarmes.
También, muchas voces que rinden honores a las obras históricas de grandes pintorasen la sección Somos las hijas. Transgeneracional y moderno, político y alegre, un aquelarre de producciones que sirven de registro de todo lo que se mueve por estos días. La idea, según la curadora, fue “hacer algo que sea representativo de todas las maneras de pensar y sentir artísticamente, que sensibilice, y que tenga el componente festivo que toda producción artística tiene que tener”.
Habrá actividades que registren el vínculo con el cuerpo, como Mover La Lengua, una invitación abailar textos, el 5 de marzo, mismo día en el que se le dará una vuelta de tuerca al tango hegemónico y romántico con letras de tangos, candombes, y poesías transfeministas en la propuesta No me hables nunca de amor. Y además de charlas y performances, se sumará un recital de Liliana Felipe, el 7 de marzo, en el Auditorio Nacional.
Todo el equipo de montaje, además, estuvo integrado por mujeres. Y el acento también está puesto en ese empoderamiento económico: más de trescientas montajistas, técnicas, músicas, iluminadoras que cobrarán por su trabajo como modo de discusión sobre ciertos espacios de poder. “La idea fue poner en la agenda pública cómo movemos el mundo, no sólo el formal, sino el invisibilizado”, dijo a Clarín Gómez Alcorta.
En el centro del recorrido, entre el piso 4 y el 6, todavía se armaba una bandera que será, sin dudas, la estrella: 300 metros de largo, 150 kilos de peso, de un tejido verde; cuadraditos armados y cosidos, llegados desde Estados Unidos, Brasil, Uruguay, España, y de todos los rincones de Argentina, con leyendas, frases, gritos de guerra: “Niñas, sí, madres, no”; “Vivas nos queremos”, “Yo sí te creo”. Y nombres de víctimas de femicidios, y banderas wiphala, punto tras punto, un manto que une geografías y batallas.
Cuándo, dónde, cuánto
Cuándo: del miércoles 4 al sábado 7 de marzo.
Horarios: De 13 a 20.
Dónde: entro Cultural Kirchner, Sarmiento 151 (CABA)
Entrada. Gratis