Reseña Historica
Un recorrido por las joyas de Costanera Sur
Es martes a mediodía y el aire fresco te acaricia la cara. Pero el 11 de septiembre de 1918 a esta hora hacía un calor insoportable y cayó un chaparrón fuerte. Igual, las señoras vestidas de largo llegaron de la mano de caballeros con bombín a elogiar las tipas, las acacias y los maceteros importados de Francia. Así recuerdan los diarios el día de la inauguración del Balneario de la Costanera Sur, con 250 casillas individuales y duchas. El corazón de un paseo que primero se reglamentó (las mujeres se bañarían y al norte y los hombres, al sur, por ejemplo) y luego se amplió y popularizó.
Abrieron la imponente Cervecería Munich (1927), con su mix de Art Decó y otras influencias europeas, y abrieron quioscos coquetos. Aunque el lugar tiene otras estrellas. Mega estrellas. La Fuente de las Nereidas (1903), de Lola Mora, uno de los monumentos más bellos de la Ciudad, llegó también en 1918, con escándalos a cuestas. No habían querido colocar cerca de la Catedral a esos cuerpos desnudos, sensuales, perfectos, que representan el nacimiento de Venus, esculpidos por una mujer y donados por ella.
Hasta hubo quienes dudaron de que Lola los hubiera creado (trabajó en Roma y los trasladaron en cajas que pesaban 37 toneladas). “Traigo algunos trozos, como ser una cabeza, una mano, etc, para que me vean trabajar en público, a fin de echar por tierra ciertas calumniosas versiones que me mortifican”, propuso ella en una entrevista.
Hoy está esa fuente-maravilla, protegida por un cerco transparente, y también, el Paseo de la Rambla, renovado. Fue reinaugurado en mayo. Entre portones, contiene una pérgola (1928) y la estatua dedicada a Luis Viale -quien sacrificó su vida para ayudar a otros en el naufragio del vapor América a fin del siglo XIX-, con los parques prolijos y las torres espejadas de Puerto Madero a su espalda. Además, están los carritos con su oferta de choripanes, foodtrucks, clásicos aggiornados. Y el Paseo de la Gloria, con esculturas que homenajean a figuras del deporte.
En los ‘60 colgaron el cartelito “Prohibido bañarse”, por la contaminación, y la zona decayó. Pero a mitad de los ‘80 aprobaron el plan para crear la Reserva Ecológica, que la reanimó.
Es difícil no entrar a la Reserva. Después de todo, lo más convocante acá es el río, sus mantos verdes que, en este momento, son surcados por dos patos solitarios.
Ojo: los fines de semana este páramo recibe multitudes. De todas formas, la rambla porteña ayuda a desenchufarse siempre; encanta.
1) A las fuentes. Con sus mayólicas, esta fuente es una de las joyitas del Museo de Calcos y Esculturas Ernesto De la Cárcova, complejo donde funcionaban caballerizas hasta que fue remodelado en los años ‘20. El Museo guarda maravillas de la disciplina de diversas culturas y épocas, entre ellas, una reproducción del David, de Miguel Ángel. En España 1701.
2) Lola. La Fuente de las Nereidas fue creada por Dolores Mora de la Vega (1866-1936) en Roma, en 1903, con mármol de Carrara y piedras diversas. Muestra el nacimiento de Venus, rodeada por nereidas (para los antiguos griegos, ninfas protectoras de marineros) y tritones. El mix de naturalismo y armonía renacentistas y exuberancia barroca es perfecto. En Tristán Achával Rodríguez al 1400.
3) Rambla. Desde 1918 hasta mitad del siglo XX, la gente pasaba por esta rambla para ir a bañarse al río. Luego, por la contaminación, nadar quedó prohibido. Pero el paseo fue restaurado en mayo y reabrió tras 5 años. Son 600 metros, rodeados por portones, desde Las Nereidas hasta la glorieta con la estatua de Luis Viale. De un lado, se ve la Laguna de los Coipos y del otro, las torres y plazas de Puerto Madero.
4) Postal renovada. Ésta es una clásica vista del paseo por la Costanera Sur, con sus carritos, aggiorgados como foodtrucks. Ofrecen choripanes desde $ 35. En 2014, se empezaron a sumar las figuras que homenajean a deportistas argentinos, en el marco de El Paseo de la Gloria.
5) El castillo de la risa. La antigua sede de la Cervecería Munich, con sus vitrales, coronas y miradores al río, fue construida en 1927 por el húngaro Andrés Kálnay, con influencias imperiales vienesas y checas y modernismo a lo Art Decó. La cervecería cerró en los años 70 y el lugar tuvo varios usos. Hoy es la sede del Museo del Humor. En Avenida de los Italianos 851. NR
Fuente consultada: Clarín