Reseña Historica
La historia de las grúas inactivas de Puerto Madero que fueron emplazadas durante la dictadura
Las grúas inactivas que son la marca de Puerto Madero – que el paseante imagina contemporáneas de las dársenas y bodegas que jalonan la Costanera a la altura de Av. Belgrano y hacia el sur – en verdad son el recuerdo de un país extinguido, Alemania Democrática, la RDA. En 1979, en plena dictadura militar argentina, llegaron al puerto de Buenos Aires, procedentes del otro lado de la Cortina de Hierro. La empresa estatal que las fabricaba está en Eberswalde, un pueblo a 55 kilómetros de Berlín que se especializó en esa clase de transporte de precisión, del que llegaron a ser el emblema industrial. Se las puede identificar en Puerto Madero con la chapa que dice su procedencia, VEB Kranbau Eberswalde: se distinguen claramente de las grúas más antiguas, con una casilla de madera, llegadas de Génova en décadas anteriores.
Esta información poco conocida queda registrada en un reciente estudio de la joven historiadora alemana Angela Abmeier, quien tenía cinco años cuando cayó el Muro y que luego volvería como estudiante a examinar los surcos que dejó la Alemania dividida. En Kalte Krieger am Rio de la Plata (Guerreros fríos del Río de la Plata, su tesis doctoral), Abmeier apunta a este vínculo donde aparecen curiosidades de la República Democrática Alemana (RDA). Quedaron plasmadas en su libro, entre otros detalles, las grúas en Puerto Madero.
Según Clarín, la negociación por las grúas costeras, en realidad, se había iniciado antes del golpe de 1976, con el gobierno de Juan Perón e Isabel Perón. La irrupción sangrienta de la dictadura militar trajo incertidumbre al acuerdo. Sin embargo, a fines de diciembre de 1977 Jorge Rafael Videla firmó el contrato por la compra de 40 grúas -por valor de 37,5 millones de euros al día de hoy-.
La importancia de este polo de fabricación de grúas en la RDA, que abastecía no solo a los países del Pacto de Varsovia, fue tal, que lo volvió objeto de espionaje de la CIA. De hecho, un documento desclasificado de la Agencia informaba sobre la línea de productos que se producía en la enorme planta de Eberswalde. Tras la reunificación alemana, esa compañía fue privatizada y se fusionó con el fabricante de grúas especiales Kocks, de Bremen.
En el libro Argentina – Alemania. Un recorrido a lo largo de 150 años de relaciones bilaterales, editado por la embajada alemana en 2000 a diez años de la reunificación, se registra que “la relación con Alemania Oriental se concentró en una limitada cooperación comercial y cultural. Las grúas que todavía se ven en la parte sur de Puerto Madero, en la Ciudad de Buenos Aires, son un recuerdo de esta relación. En 1973 las autoridades argentinas compraron al grupo estatal VEB Kranbau Eberswalde cerca de 40 de estos equipos. Con una altura de hasta 38 metros y un peso de hasta 12 toneladas, eran consideradas grúas rápidas. No obstante, al privatizarse el puerto de Buenos Aires, en 1994, resultaron obsoletas”.
Las grúas hoy son parte del paisaje, en el barrio remozado y temático. Las grúas alemanas se incorporan a las selfies. Silenciosas, no evidencian el peso de su historia, el haber sido orgullo de la RDA, que proveyó de estos gigantes que desde la distancia parecen parte de una escenografía a la vez futurista y anacrónica.
Abmeier se interesó en la emigración alemana a la Argentina y, a medida que se fueron desclasificando los archivos –después de 30 años–, investigó la relación de la RDA con la dictadura militar, algo que sonaba muy contradictorio en las apariencias, por las diferencias políticas. “Los dos Estados alemanes (RDA y RFA; Este y Oeste) debieron situarse entre sus intereses económicos y la reivindicación de la aplicación de los derechos humanos. Esa tensión me pareció emocionante”, dice la historiadora en diálogo por correo electrónico con Clarín. Durante cuatro años, Abmeier entrevistó a testigos y protagonistas de la diplomacia del periodo 1976-1983. Trabajó en archivos alemanes y argentinos, con expedientes desclasificados de las relaciones entre las dos Alemanias y la Argentina. Aquí se centró en el Archivo Histórico de la Cancillería.
–¿Cómo era la relación entre los gobiernos de la RDA y la Argentina en los 70?
–Recién en 1973 la RDA logró abrir una representación diplomática en Buenos Aires. En todos los ámbitos, las relaciones con la Argentina eran escasas al lado de la República Federal Alemana (RFA). Eso ocurría porque la RDA tenía menos recursos financieros y menos vínculos étnicos que la RFA, y cuando se produjo el golpe de Estado en 1976, la embajada de la RDA no tenía contacto directo con los militares.
–¿Condenó alguna vez la RDA las violaciones de los derechos humanos en la Argentina?
–Ambos gobiernos, el de Bonn y Berlín, sabían de las violaciones a los derechos humanos en la Argentina desde el principio, pero tardaron en darse cuenta del alcance y carácter sistemático. La RDA fue mejor informada, y antes, sobre los centros clandestinos de detención a través del Partido Comunista Argentino (PCA). La RDA asumió que el ejército argentino estaba dividido en un campo moderado y otro de ultraderecha y que el gobierno de Videla pertenecía al primer campo. En derechos humanos, la RDA no criticó al gobierno argentino porque asumió que esto fortalecería a las fuerzas de ultraderecha y, por lo tanto, sería contraproducente. Ni siquiera en las conversaciones confidenciales se comentó sobre la política de derechos humanos; tampoco consideró la posibilidad de interferir. La RDA solo se interesó por las víctimas de la dictadura que pertenecían al PCA y aun así no protestó ante el gobierno argentino cuando se enteraba de detenciones y secuestros de miembros del partido. Además el PCA estaba interesado en mantener las mejores relaciones posibles con los militares moderados para evitar una supuesta prohibición inminente. A diferencia de la RFA, en la RDA no había prensa crítica que pudiera reclamar un debate sobre el tema. Los otros estados del Bloque Oriental tampoco expresaron ninguna crítica a las violaciones de los derechos humanos en la Argentina. En Berlín Oriental (pero también en Bonn), Videla fue interpretado como el mal menor.
–¿Qué pasó con los argentinos perseguidos por la dictadura argentina cuando fueron a buscar asilo a la embajada de la RDA en Buenos Aires?
–Mucho antes del golpe, la embajada de la RDA en Buenos Aires se preguntaba cómo responder a las solicitudes de asilo tras un golpe anunciado. La respuesta de Berlín Oriental diferenciaba a los posibles solicitantes de refugio: a los principales funcionarios del PCA se les debía conceder asilo, y al resto se los debía tratar con extrema moderación. De todos modos, nadie pidió asilo en la RDA durante los dos primeros años de la dictadura. Incluso en años posteriores, solo era posible probar solicitudes de asilo muy esporádicas en la embajada de la RDA. A su vez, el Comité Central del Partido Socialista Unificado (SED en alemán) votó contra la admisión de argentinos amenazados. Solo iban a ser admitidos los argentinos en casos excepcionales a petición de los respectivos dirigentes del SED. Esto solo sucedió en un caso.
–¿De qué modo se concretó la ayuda de la RAD a los familiares de los desaparecidos del PCA?
–En julio de 1978, la Cruz Roja de la RDA propuso, en base a una sugerencia de la Cruz Roja Internacional, enviar ayuda en forma de medicamentos y textiles a las familias de los desaparecidos. El Comité Central del SED decidió preguntar al PCA su opinión sobre esta idea (y por lo tanto fue el primer partido del bloque oriental que ofreció activamente ayuda al PCA). El PCA, sin embargo, pensó que el gobierno argentino probablemente no permitiría la llegada de medicamentos y ropa porque podría entenderla como una interferencia en los asuntos internos. El departamento extranjero del Comité Central de Alemania del Este no compartía esta estimación, pero sin embargo decidió asegurarse de que las relaciones con Argentina no se vieran afectadas. No hubo ayuda financiera. El trato entonces fue que el SED proporcionó juguetes, muñecos de peluche, por valor de 100.000 marcos alemanes que el PCA vendió. Las ganancias se utilizaron para ayudar a las familias de los miembros de PCA arrestados o secuestrados.
–¿Cuál era la opinión del presidente del Consejo de Estado de la RDA, Erich Honecker, sobre la Junta militar?
–Mientras que las relaciones políticas entre la RFA y la Argentina se deterioraron durante la dictadura, la relación política entre la RDA y la Argentina se desarrolló casi en dirección opuesta. En el primer año de la dictadura, las relaciones políticas eran escasas. Inicialmente, la parte argentina no mostró interés en relacionarse con la RDA y obstruyó las actividades de las embajadas de los Estados del Pacto de Varsovia, limitando el número de miembros de las embajadas y la emisión de visas. Aunque los militares argentinos enfatizaron su pertenencia a Occidente y su comportamiento anticomunista, la relación bilateral entre la RDA y Argentina mejoró paulatinamente, especialmente desde el punto de vista económico. Sin embargo, la intensidad de las relaciones entre la RFA y la Argentina fue mayor a lo largo de la dictadura. Esto quedó demostrado, entre otras cosas, por el hecho de que los embajadores alemanes tenían libre acceso a los miembros de la Junta y del Gobierno, mientras que la embajada de la RDA no solía tenerlo.
–¿El gobierno de Erich Honecker recibió a militares argentinos?
–En septiembre de 1982, los dirigentes de la RDA recibieron en Berlín Oriental a una delegación del Ministerio de Economía argentino para profundizar la relación económica. Estaba encabezada por Alberto Fraguio, viceministro de Economía quien se reunió con, entre otros, el Ministro de Comercio Exterior de la RDA, Horst Sölle. Ese mismo año, Bernhard Neugebauer, viceministro de Asuntos Exteriores de la RDA, visitó Buenos Aires y se reunió, entre otros, con el Canciller Nicanor Costa Méndez. Además, el gobierno de Honecker se reunió varias veces con la dirección del PCA para protegerlo de la persecución y la suspensión en la Argentina.
–Las dos Alemanias tenían intereses económicos en la Argentina.
–Ambos estados mejoraron sus relaciones económicas durante la dictadura, despegaron sus intereses económicos de las relaciones políticas. La Argentina tenía importancia como proveedor de materias primas y también como mercado de ventas y posibles inversiones para empresas extranjeras, sobre todo alemanas. El gobierno argentino simplificó el comercio bilateral introduciendo aranceles de importación bajos. La RDA firmó varios acuerdos económicos a largo plazo y la convocatoria de la primera Comisión Mixta RDA-Argentina, un foro de diálogo económico que se reunía cada dos años. El desarrollo de las relaciones económicas bilaterales se basaba en el creciente interés de la Argentina por las relaciones económicas con todo el bloque oriental. Buenos Aires consideraba a la Unión Soviética en particular como un comprador interesante de productos agrícolas. La Argentina siempre exportaba a la RDA mucho más de lo que importaba del país. Por cierto, el negocio comercial más importante de la RDA fue la venta de grúas portuarias a Buenos Aires en 1978, que ahora se encuentran en Puerto Madero. La inscripción VEB Eberswalde revela su origen. La RAF también mantuvo buenas relaciones económicas con la Argentina, quería evitar relaciones económicas estrechas entre la Argentina y los estados del bloque del Este para que no tuvieran también un contacto político más estrecho entre sí. El Gobierno Federal quería apoyar a los militares moderados a través de buenas relaciones económicas bilaterales y crear una base constructiva para una diplomacia silenciosa sobre la cuestión de los desaparecidos y los prisioneros políticos. El deterioro sucesivo de las relaciones políticas bilaterales entre la RAF y la Argentina se debió a las violaciones de los derechos humanos, sin embargo, no tuvo ningún impacto en las relaciones económicas bilaterales.
–¿Qué actitud mantuvieron ambas Alemanias respecto de la Guerra de Malvinas?
–La Guerra de Malvinas condujo a una nueva mejora de las relaciones bilaterales con la RDA. La RAF participó del aislamiento junto con las potencias occidentales que boicoteaban las importaciones argentinas. Por lo tanto, el gobierno argentino tuvo que ganarse el apoyo de otros países. Cualquier ayuda era aceptable, dijo el general Leopoldo Galtieri, incluyendo a los Estados del Pacto de Varsovia, y a la RDA por supuesto. La embajada de la RDA también averiguó cuáles productos de la CE estaban excluidos de la importación por las contramedidas argentinas y que hubieran podido sustituir. Sin embargo, la RDA no adoptó una postura clara sobre Malvinas. Por un lado, hizo hincapié en su apoyo a la descolonización pero no aprobó la invasión argentina. De todos modos, la actitud de la RDA fue considerada amistosa y leal por el gobierno argentino. La cuarta reunión de la Comisión Mixta RDA-Argentina se realizó en Buenos Aires durante el conflicto de Malvinas. Esta reunión, planificada con mucha antelación, permitió a la RDA llegar a acuerdos concretos sobre las compras argentinas de productos a la RDA. Por lo tanto, Malvinas tuvo un efecto positivo directo en las relaciones bilaterales (económicas). Sin embargo, cuando el gobierno argentino finalmente mostró un claro interés en la RDA, la situación económica del país no permitió una profundización de las relaciones.
–¿Qué significa el título del libro?
El libro se titula Guerreros fríos en el Río de la Plata. Una pregunta importante era qué papel jugó la Guerra Fría en la política exterior de los dos estados alemanes hacia la Argentina. La Guerra Fría, en efecto, tuvo un lugar en la retórica de los militares argentinos. La junta se identificaba con Occidente pero pronto se hizo evidente que la dictadura argentina no encajaba en ese esquema típico. Esto también impactó en las políticas de los dos estados alemanes. Aunque los argentinos actuaron en la lógica de la Guerra Fría, los estados alemanes no lo hicieron. En el caso de la RDA, esto se debió al asesoramiento del PC soviético y del PCA, así como a sus propios intereses económicos. En el caso de la RAF se debió al hecho de que la incertidumbre inicial dio paso a la sensación de que en la RDA no había competidores reales por la Argentina. Esto fue favorecido por la Guerra Fría, porque el anticomunismo estaba muy extendido no solo entre los militares, sino también en la sociedad argentina, que prefería tener buenas relaciones con la RAF. Respecto del título, no, las dos Alemanias no eran guerreros fríos en el Río de la Plata. NR