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El Río de la Plata: Se mira y no se toca
Alguna vez, el agua llegó hasta el borde de la Casa de Gobierno. Después, hasta Paseo Colón. Los rellenos sucesivos, el puerto, las concesiones a privados fueron alejando cada vez más el río hasta convertirlo en una orilla inaccesible.
Uno puede vivir en la Ciudad de Buenos Aires y pasar semanas sin ver el río, escondido detrás del puerto y avenidas cargadas de tránsito. Sin embargo, esto no fue siempre así. Las fotografías muestran claramente que hace un siglo y medio el río llegaba hasta detrás de la Casa de Gobierno. Allí construyó el inglés Edward Taylor la Aduana Nueva (en 1857) en donde ahora funciona el Museo del Bicentenario. Hasta la década de 1880, la línea de la costa se prolongaba más o menos al pie de la barranca natural, siguiendo la línea de lo que hoy es Paseo Colón, hacia el Sur y Leandro N. Alem, hacia el Norte. La lejanía del agua no es natural. “No nos olvidemos que el río está alejado unos 500 metros de la costa original, que se ha ido rellenando para usos que no son públicos. Si bien Buenos Aires tiene una playa de barro, no se ha podido generar una relación de paseo o disfrute con el río” opina Jaime Sorin, arquitecto y ex decano de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Los sucesivos gobiernos colaboraron a esta situación alejando el río progresivamente con la construcción de nuevas capas de edificios y estructuras entre la trama urbana y el agua. Así, la ciudad ha ganado nada menos que 2.500 hectáreas de tierra. La obra que marcó la tendencia fue el puerto de Eduardo Madero, que para aplicar el sistema de diques encadenados necesitó construir una isla artificial. Después se ha continuado con la estrategia del relleno a lo largo de toda la costa porteña, sin un plan integral. Como intento de ordenar esta situación, en 1996 se creó el Área de Gestión de la Ribera, que se ocupaba de hacer un manejo integral de todos los aspectos de la costa porteña. El arquitecto Ezequiel Martínez, que fue su coordinador hasta 2004, recuerda: “Hicimos una serie de obras: el Parque de los Niños, el Parque de la Memoria, el Parque Natural, que ahora es la reserva de Ciudad Universitaria. Queríamos recuperar 150 hectáreas de espacios públicos ribereños y llegamos a 90 en diez años. Existía una política pública de manejo de la costa”. El área se cerró en 2010 por decreto del Ejecutivo porteño y desde entonces no hay una dependencia específica que se ocupe de gestionarla.
Vivir y pescar en la orilla
Llegar al río nunca quiere decir meterse en él. Bañarse está prohibido desde fines de los años 70 por la contaminación, a pesar de que los días de mucho calor se puede ver a chicos y grandes en el agua. Sin embargo, durante el verano, hay bastante actividad en la costa. Frente al complejo Tierra Santa, en Costanera Norte, se interna en el río un espigón semicircular hecho especialmente para los pescadores. Sobre la avenida se ve un puesto que una vez fue provisorio y parece haber quedado de manera definitiva. Sobre unas tablas montadas en caballetes, Ernesto ofrece carnada, cañas, tanza y todo lo que necesita el pescador. Junto al cordón, una casa rodante que ya casi no tiene neumáticos y un carromato son su vivienda. Desde hace dos años que vive acá con su mujer, y dice que le va bien. Unos metros más allá, en medio de la vereda, hay instalada una carpa, entre unos asientos de cemento que le hacen de living. Asomándose sobre la baranda, se puede ver entre los pilotes del muelle que tres chicos se meten en el río en un gomón. “Viven acá”, dice un señor, mozo de un restaurante cercano que se fuma un cigarrillo en un minuto de descanso. “Se quedan unos días y después se van. Están en la carpa de vacaciones”.
La mayoría de los visitantes se dedica a la pesca. Muchos de los pescadores eligen la Costanera Norte, frente al Aeroparque. Hay muelles y pasarelas construidos especialmente para tal fin, y los hombres pacientes dedican horas, de día y de noche, a mirar la boya y controlar la tensión de la línea. De vez en cuando, sale algo. Ahora están más cómodos, porque se han colocado asientos de material para los pescadores, similares a las banquetas en la barra de un bar, y soportes para las cañas. De más está decir que consumir cualquier pez extraído de esas aguas es peligroso. Sin embargo, Jorge afirma casi con orgullo que todo lo que pesca es “para la sartén”. En el río viven muchas especies típicas del Paraná y el Uruguay: bagres de distintas especies, sábalos, dorados, bogas, dientudos y mojarras. El patí es bastante común, pero el surubí es muy raro, lo mismo las palometas o pirañas, que son de aguas más cálidas. También abundan las llamadas “viejas del agua” y los armados. Los peces de mar que ingresan en el río, como las corvinas rubias y las lisas, comunes a la altura de Montevideo, es raro que lleguen hasta la ciudad.
La contaminación no se puede tomar a la ligera. “En el río desaguan todos los afluentes de la cuenca del Plata. En el área metropolitana, el río Luján, el Reconquista, los arroyos entubados y la cuenca Matanza-Riachuelo. Muchos municipios no tienen cloacas, así que todo va al curso de agua y al río”, señala Ana Carolina Herrero, bióloga y responsable de la carrera de Ecología de la Universidad de General Sarmiento. Explica que los contaminantes se dividen en efluentes industriales y domésticos (cloacas y desagües de piletas).
“Los principales contaminantes son hidrocarburos, detergentes, metales pesados y materia orgánica. Si el agua entra en contacto con la piel, el principal riesgo son enfermedades bacteriales de origen dérmico y contaminación por bacterias, como la Escherichia Coli. En el caso de comer peces u otros animales, el riesgo es la contaminación con plomo, zinc, cromo, arsénico y otros metales pesados, que se acumulan en los músculos de los animales, y pasan al hombre. Esos metales no se metabolizan, sino que quedan en el organismo y son muy tóxicos”, explica la especialista.
Cargas y naufragios
Además de los bañistas descuidados, los otros que se adentran en el Plata son los navegantes a vela. Los días lindos, desde la costa es común ver las embarcaciones. Este deporte mantiene su perfil aristocrático por el precio de las embarcaciones y las limitaciones que imponen los clubes. Un tanto escondida en el extremo sur de la Dársena Norte está la sede del tradicional Yatch Club Argentino. A veces uno se la encuentra detrás de la Reserva Ecológica, entrando por Viamonte, o bien si va a Buquebús. Dentro del edificio estilo art déco, construido en 1914 por Le Monnier, funciona un hermoso restaurante, al que pueden asistir sólo los socios y sus invitados. El club continúa organizando la mayoría de las actividades de navegación deportiva del país. Más al norte, en Núñez, se ubica el amarradero del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) una institución que sigue sin admitir socias mujeres.
Los timoneles que se internan en el río deben tener cuidado al navegar. El río es poco profundo y hay muchas embarcaciones hundidas y encalladas en bancos de arena. Las cartas náuticas marcan con precisión las embarcaciones hundidas, que, en algunos casos, están señaladas con boyas. El Servicio de Hidrografía Naval publica las cartas oficiales, que se pueden descargar de internet.
Los barcos grandes entran en el puerto por dos canales que se dragan constantemente, el sur y el norte. Río adentro se puede tomar el canal Mitre, que conduce a los barcos que navegan el río Paraná. Hasta 1876, cuando el ingeniero Luis Huergo construyó el primer puerto en el Riachuelo, los barcos fondeaban cientos de metros río adentro y había que transportar a los pasajeros y la carga en barcazas y carretas. En 1887 se inició la construcción del Puerto Madero, que terminó en 1898. Pronto quedó obsoleto y en 1911 empezó la construcción del Puerto Nuevo, en Retiro. Se terminó en 1925.
Reservas “naturales”
Durante la dictadura, frente a Costanera Sur, se hicieron rellenos para un proyecto que andaba dando vueltas por los tableros estatales desde los años 60: la construcción de una ciudad administrativa. Utilizaron los escombros producto de las demoliciones para hacer las autopistas. Las grandes inundaciones de 1982 y 1983 aportaron plantas y animales que llegaron desde el litoral en camalote. Así se creó un ecosistema único y un soberbio espacio natural a minutos del Obelisco. La Reserva Costanera Sur tiene una superficie de 353 hectáreas.
Durante años, un proceso parecido de acumulación de sedimentos se dio detrás de la Ciudad Universitaria. En 2011 se creó en la Reserva Ecológica Costanera Norte, que está entre la desembocadura del arroyo Vega, la costa del Río de la Plata, el arroyo White y el Club Universitario Buenos Aires (CUBA). Tiene 18 hectáreas.
Parques costeros
A lo largo de la Costanera Norte hay tres parques inaugurados en los últimos años, como un intento de recuperar la costa para el uso público. El último predio antes de pasar a la provincia es el Parque de los Niños. Allí han instalado Buenos Aires Playa, reposeras y sombrillas amarillo PRO que se ve extraño, justamente porque en un lugar donde hay agua no está permitido bañarse. Dos de las 32 hectáreas del parque fueron rezonificadas en 2013 para instalar una planta de tratamiento de residuos.
Del otro lado de la Ciudad Universitaria está el Parque de la Memoria, en honor de las víctimas del terrorismo de Estado. Contiene un gigantesco monumento, una estela de piedra donde están inscriptos los nombres de fusilados y desaparecidos, y grandes esculturas. El tercer parque es el de deportes extremos, que se inauguró en Costanera y La Pampa, con rampas y pistas de skate, longboard, BMX y escalada.
Deportes extremos, pesca, gastronomía, memoria, comercio, reserva natural, la costa del río ofrece un collage de diferentes usos, ninguno accesible fácilmente, y en pocos casos gratuitos. La franja frente al río sigue siendo una zona marginal y de paso que no está integrada a la ciudad.
La fiesta de las concesiones
Entre fines de los años 80 y principios de los 90, la Costanera Norte tomó la fisonomía actual con la concesión de varios terrenos costeros. En 1989 se inauguró Punta Carrasco. El mismo año, también pasaron a ser gestionados por privados los terrenos donde están Pizza Banana y Pachá. En 1991 se inauguró, Costa Salguero y el sindicato de Empleados de Comercio adquirió los terrenos de Parque Norte. Años después, destinaría una parte del terreno al parque de temática religiosa Tierra Santa. Muchos de estas empresas están en infracción. No se cumple el artículo 8 de la Constitución de la Ciudad, que dice que “los espacios que forman parte del contorno ribereño de la Ciudad son públicos y de libre acceso y circulación”, así como no se cumplía una ordenanza promulgada del Concejo Deliberante, la 46.777, de 1994, que establece la creación de una Rambla Costanera Norte. “En 1996 se formó la Comisión 225, dentro del Área de Gestión de la Ribera, que se encargó de revisar las concesiones. Así, por ejemplo, se revocó la de Sky Ranch y se demolieron 11 carritos”, recuerda Ezequiel Martínez, pero ese proceso se detuvo y el área de gestión se cerró.
En 2008 el legislador Facundo Di Filippo denunció a Costa Salguero y Punta Carrasco por no respetar el acceso al río ni el código de edificación. “Nosotros defendemos el derecho a que quien quiera pueda disfrutar de la costa. En Costa Salguero y Punta Carrasco no se respeta el camino de sirga” señala Di Filippo. Recientemente los legisladores Gustavo Vera y Pablo Bergel presentaron junto con el mismo Di Filippo una nueva denuncia en la que acusan al gobierno por darle condiciones demasiado ventajosas a los concesionarios de toda la Ciudad, entre ellos, varios de terrenos en la Costanera Norte. Telemetrix SA, que gestiona Costa Salguero, está señalada por pagar 112.000 pesos mensuales de alquiler y cobrar más de un millón por las 23 subcontrataciones. En el caso de Punta Carrasco, ya en 1999 la Procuración de la Ciudad aconsejó dar de baja la concesión, pero fue renovada en 2001, 2007 y 2008. En ambos casos se ha construido más de lo que permite la zonificación que tienen en el Código de Planeamiento Urbano, como Urbanización Parque. También caen dentro de esta denuncia por cánones muy bajo o nulos la disco Pachá, los restaurantes Pizza Banana, El Padrino, Rodizio y el boliche Tequila.