Bienes Raices
El edificio más alto de la Argentina: cómo es trabajar en la construcción de la Alvear Tower
Todas los días, a las 7 de la mañana, el boliviano Sergio Vargas llega a la Alvear Tower, el que será el edificio más alto de la Argentina y él ayuda a construir en Puerto Madero.
Después de dejar el montapersonas que lo sube hasta el piso 50, sale a una pasarela metálica con una correa de seguridad atada al pasamanos y camina los 7 metros que lo separan de la torre metálica de la grúa.
Sus pasos se suspenden a más de 220 metros del suelo, pero sólo piensa en los más de 30 metros que le quedan por trepar para alcanzar la cabina de comando.
Vargas tiene el trabajo más alto de la Argentina y uno de los más altos de Sudamérica.
Sólo 25 metros más abajo de su puesto de mando está el último piso de la que podría ser la última gran torre de Buenos Aires si se aprobara el Código Urbanístico que hoy estudia la Legislatura.
La norma limitaría la altura máxima de los edificios porteños a 38 metros y la Torre Alvear ya alcanza los 235 metros.
Vargas suele almorzar en su cabina. Desde allí se ve La Plata, Colonia y Tigre. La vista se le pierde en el horizonte pampeano mientras todo Puerto Madero, la Reserva Ecológica y el Microcentro porteño parecen una maqueta a sus pies. Y nada de eso le parece extraño: está acostumbrado a la altura.
En sus momentos de descanso añora el pueblo donde nació y creció sin pensar que un día construiría los edificios más altos de la Argentina.
Desde los noventa Vargas manejó las torres grúa más altas del país. Estuvo en la Torre Le Parc de Palermo (158 metros); en 2003 construyó las Torres El Faro (160 metros); en 2004, las Torres Mulieris (162 metros) y en 2010, Le Parc Figueroa Alcorta (173 metros).
Ahora completa los 235 metros de la Alvear Tower. Casi sin quererlo, Vargas ya construyó casi un kilómetro de edificios.
El arquitecto Jorge Pignataro, gerente de proyectos de la empresa Criba SA, encargada de la construcción del Alvear Tower, destaca la precisión de Vargas manejando una mole de acero que puede mover 10 toneladas de materiales con un brazo de 40 metros.
“La Torre Alvear es la más alta de Argentina y el edificio de viviendas más alto de Sudamérica. Es tan alta como 4 Obeliscos y medio”, explica.
La mole, que comienza cuadrada y termina como un cilindro de 32 metros de diámetro, fue construida íntegramente en hormigón, en una sola etapa desde el piso hasta su terraza. Para eso se usaron 33 plataformas de 3 pisos cada una, desplegadas en todo el perímetro.
Estos enormes andamios subían metro a metro por sus propios medios construyendo las paredes del edificio. El piso superior del andamiaje servía para sostener los encofrados, esos moldes que son llenados con hormigón.
El piso siguiente contenía los pistones hidráulicos que permitían que las plataformas treparan por los costados de la torre.
Por último, el piso inferior servía para que los operarios retocaran el exterior.
Además de la grúa que usa Vargas, había otra grúa que también fue trepando por la pared de la torre a medida que crecía. Para subir al personal hasta los últimos pisos se utilizan montapersonas súper rápidos: suben a razón de un metro por segundo.
Las 2 grúas sirvieron para mover, subir y bajar el material en la obra. Una tarea imprescindible para una construcción tan importante como la Torre Alvear.
Concebido por los arquitectos del estudio Pfeifer-Zurdo, este gigante de hormigón consiguió superar la altura de sus enormes vecinos de Puerto Madero y alcanzó un récord que, al parecer, ya nadie podrá superar en Buenos Aires.
En 2014 la Torre Renoir II llegó a los 175 metros y superó por 2 metros a la Torre Cavia del Le Parc Figueroa Alcorta, que reinaba en los cielos porteños desde 2010.
Desde 2005 el récord fue de las Mulieris (162m), también en Puerto Madero. Y antes la marca estaba enfrente: El Faro y sus 160 metros.
Sin embargo, las grandes alturas nunca fueron una pasión argentina.
Hoy en el cielo latinoamericano reinan gigantes como la Gran Torre Santiago Flag de Chile, con 300 metros de oficinas.
En Panamá lidera las alturas el Trump Ocean Club International Hotel & Tower desde 2011, con 284 metros.
Y en México, la Torre KOI & Sky Residences Flag de Monterrey (279,5 metros).
Todos esos prodigios de la ingeniería quedan como enanos frente al Burj Khalifa, la estructura más alta del mundo con escalofriantes 828 metros de altura.
Vargas sueña con seguir trepado en las alturas. Su curiosidad no tiene límites. Hace 20 años empezó con esta especialidad, mirando cómo un compañero de trabajo operaba una pequeña grúa. NR
Fuente consultada: Clarín