Buenos Aires, 24/04/2024, edición Nº 3818
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Bienes Raices

Cuando la arquitectura también contiene

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Los containers en desuso se reciclan como espacios habitables. Las diferentes posibilidades y la opción de convertirlos en viviendas sociales. Todo lo que hay que tener en cuenta a la hora de refuncionalizarlos.

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En toda su (re)significación, estas cajas metálicas se llenan de contenido y de diseño para cumplir una nueva función una vez que pierden su vida útil como transportadoras de mercancías. En algún puerto del país o del mundo quedan abandonadas y algunos arquitectos las rescatan del olvido. Para otros, sin embargo, la construcción en seco en general (la que no usa ladrillos u hormigón) es algo efímero. «Sé que está mal visto por otros, pero es porque no perciben sus bondades. No tiene nada que ver con una moda. Mi oficina, cuando trabajé en Zéncity o en El Aleph, en Puerto Madero, fue un container. Hoy estoy haciendo nueve obras, todas construidas en seco. No lo veo para nada como arquitectura menor y si es efímero es sólo porque es más liviano», define Pablo Núñez Bascuñan, quien vive en un contenedor en la localidad de City Bell, en Buenos Aires. «El container fue el punto de partida para un proyecto de arquitectura. Nos interesaba para nuestra casa desde el aspecto práctico por la velocidad de ejecución, dado que toda la caja, el exterior, ya está hecho. Si se hace un buen trabajo previo de cómputo (placas, perfiles, pisos), incluida la plataforma de apoyo, de acuerdo al proyecto de arquitectura, en menos de un mes se puede tener lista para habitar una vivienda de 30 m2», sigue Núñez Bascuñan.
En Pinamar, los containers forman parte del complejo turístico Alterra Glamping (este neologismo surge de combinar las palabras glamour y camping). En 1997, las hermanas Silvana y Fabiana Spina abrieron una galería de arte. El edificio fue proyectado nada menos que por Clorindo Testa en un predio de 3000 m2. «En 2010 surgió la idea de hacer el glamping. El sistema de contenedores surge porque nada del glamping que se ve en otros países combinaba con el diseño de Clorindo. No podíamos poner cualquier cosa. Cuidamos mucho el entorno, incluso para no derribar ningún pino. Elegimos materiales reciclados y reciclables con la idea de que nuestros visitantes puedan hacer la experiencia de vivir en contenedores», comenta Fabiana Spina.
Quo Container Center es un centro comercial que se está construyendo en Ingeniero Maschwitz, a partir del reacondicionamiento de 57 containers marítimos de 12 metros de largo. Serán 34 locales gastronómicos y comerciales en tres plantas que contarán con energía alternativa provista por paneles fotovoltaicos, iluminación de bajo consumo y aislación térmica natural con techos y muros verdes. «Desde el concepto arquitectónico, el proyecto busca optimizar recursos naturales con un sistema de edificación que minimice el impacto ambiental y sobre sus habitantes. Hablamos de arquitectura ambientalmente consciente porque incorpora materiales reciclados para responder a nuevas necesidades, adaptando viejas estructuras. Este proyecto le reasigna un nuevo valor a los contenedores que, hasta el día de hoy, eran conocidos sólo por ser herramientas de carga de transportes marítimos. Por lo cual, primero se avanzó con la selección de containers en el puerto y luego comenzamos con el proceso de acondicionamiento general en el taller. Luego, se colocarán las instalaciones eléctricas y sanitarias y posteriormente se trabajará sobre el revestimiento decorativo interior, logrando un ambiente confortable. Por último, de la mano de la artística plástica Magui Delfino, se trabajará en el diseño y la gama de colores a utilizar en cada sector», cuenta la arquitecta Cecilia Vaccarezza a cargo del proyecto junto a Paula Schwindt, ambas de Ecosan, empresa especializada en construcciones modulares. Esta idea de construir hábitats a partir de la recuperación de un material, como son los containers, es tendencia en el mundo. «Lo más importante es la idea de contribuir con el medio ambiente reciclando objetos en desuso. Además, es una nueva forma de construir un centro comercial que refuerza la imagen del lugar. El principal beneficio es la recuperación de un residuo industrial, transformándolo en un elemento urbano de utilidad», sigue Vacarezza.
En cuanto a precios, no siempre resulta más económico. «En nuestro caso, para dejarlos como nosotros queríamos, no fueron más baratos que la construcción tradicional. Porque tienen hasta jacuzzi. En invierno les ponemos plumones en las camas y aire acondicionado frío/calor», cuenta Spina. «Un container es más barato. Primero porque requiere de menos mano de obra en menos tiempo de ejecución. Quizá menos de la mitad en este rubro. Conviene comprar los que verdaderamente están en desuso, a un despachante por ejemplo, porque son reciclados de verdad. Los nuevos son más caros y no cumplen con esto de reciclar. Entonces pareciera que solo se hace por moda. Además, los materiales no son los mismos», agrega Núñez Bascuñan, quien también abre la puerta a la discusión sobre cuánto aportarían para resolver parte del problema de la vivienda social. «En Holanda, o en países considerados como avanzados, la vivienda de interés social se resuelve con contenedores y a nadie le molesta vivir ahí, al contrario. Además, son apilables hasta seis niveles. Imaginemos si eso se pudiera hacer en nuestro país», concluye el hombre que cumplió su sueño de vivir en una casa que lo contiene.

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