Buenos Aires, 20/04/2024, edición Nº 3814
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Comer en la empresa

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La posibilidad de comer en el trabajo, a precios económicos, se está extendiendo desde las plantas fabriles a las oficinas.

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Con un creciente énfasis en la calidad y variedad de los alimentos, y la creación de espacios que favorezcan la integración, el beneficio de comedor en el lugar de trabajo –que tradicionalmente se ofrecía en las plantas alejadas de los centros urbanos– hoy se está expandiendo a las oficinas administrativas.

“Se trata de uno de los beneficios con mayor nivel de otorgamiento en las compañías, que ponen especial preocupación por lograr una adecuada y balanceada nutrición para sus empleados. El valor agregado es la calidad y esto implica exigentes controles sobre el proveedor del servicio”, señala Miguel Terlizzi, director de la consultora HuCap.

De acuerdo con Terlizzi –quien realizó una encuesta en 124 empresas–, el valor promedio del menú oscila entre $40 y $50 diarios.

El 46% de la muestra asume el costo total, mientras que una proporción similar cubre entre el 80% y el 90% del precio del plato. El 8% de las empresas encuestadas asume entre el 60% y el 79% del costo.

En la mayoría de los casos, la modalidad más usual es servir un plato tradicional (incluye entrada, plato principal, postre y refrigerio), mientras que el resto ofrece un servicio de desayuno y “merienda tipo refrigerio”. Todas las empresas relevadas manifiestan “que no existe diferenciación del menú por cargo jerárquico y contemplan alternativas de bajas calorías y dietas especiales”, aclara Terlizzi.

La compañía de alimentos McCain provee servicio de comedor en sus dos plantas de producción, ubicadas en Balcarce (700 empleados) y Pilar (60 empleados) desde el comienzo de su operación, hace más de diez años. Hace cuatro meses extendió el beneficio a sus oficinas administrativas, en San Isidro, donde trabajan 40 personas. En las fábricas que se encuentran lejos de los centros urbanos, los objetivos son “brindar la facilidad de almorzar en el lugar de trabajo a bajo costo y la posibilidad de compartir un momento de distracción con los compañeros”, señala Ezequiel Fattorini, gerente regional de RR.HH. para Latinoamérica de McCain.

El costo del menú diario para el empleado es de $4,60, que se descuentan del recibo de sueldo. En las plantas –cuyo proveedor actual de catering es Amarak– se ofrece, según los turnos de trabajo, almuerzo, cena o refrigerio. El proveedor también opera la confitería, con precios económicos.

Para la adopción del beneficio en las oficinas, se desarrolló un proveedor de la zona, al que se hacen los pedidos de almuerzo. “Al no poder destinar un espacio para que el servicio de catering tenga su infraestructura en la empresa, utilizamos el servicio de un restaurant de la zona, elegido por licitación, que entrega los pedidos en la empresa. Y se acondicionó un espacio destinado al almuerzo dentro de las oficinas”, señala Fattorini.

El ejecutivo de McCain agrega que, además de garantizar la calidad y efectividad de la prestación, el proveedor debe cumplir las regulaciones de seguridad e higiene, se debe disponer de un espacio que pueda albergar a todos y tener un buen servicio de limpieza.

En la empresa de consumo masivo Kimberly-Clark el beneficio se brinda desde 2011, como parte del programa “Vivir Bien”, y abarca a 1.300 empleados que trabajan en las oficinas y plantas de producción. Un nutricionista del servicio médico de la compañía controla el menú: “La idea es que la alimentación sea balanceada y nutritiva de acuerdo con las necesidades del trabajo de las personas”, señala Cinthia D’Agata, gerente de Compensaciones de Kimberly-Clark Austral.

La empresa –que recurre al proveedor Eurest– cubre el 80% del costo del menú, en tanto que el empleado se hace cargo del 20% restante, una cifra que asciende a $8 por día aproximadamente. El menú es completo: “Hay dos opciones de plato por día, sopa libre, salad bar, postres y bebida”, enumera D’Agata.

Según la ejecutiva, es clave “contar con un proveedor de confianza, lo que involucra el proceso de calidad para preparar los alimentos, y tener una buena relación con él”. En las oficinas de Puerto Madero y en las plantas de Kimberly-Clark también se acondicionaron espacios para hacer del comedor un lugar “donde se fomente el intercambio entre la gente”. D’Agata agrega que, incluso, “cuando vienen de visita personas del exterior se fomenta que el comedor se utilice como ámbito de reunión”.

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