Buenos Aires, 29/03/2024, edición Nº 3792
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Bermudas en la oficina: ¿si o no?

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(Puerto Madero) Cada vez son más las empresas que en verano aceptan las bermudas dentro de su dress code, en un guiño a sus empleados varones, habituados a envidiar desde sus sacos y corbatas la comodidad en el vestir de la que, hasta no hace mucho, sólo gozaban las mujeres. Pero esta mayor flexibilidad en la vestimenta laboral no es una mera cuestión de moda -las piernas masculinas no dejaron de ser «antiestéticas» de un día para el otro-, sino que responde a cambios culturales mayores.

Anticipada décadas atrás por las agencias de publicidad, pero consolidada y naturalizada por las empresas de tecnología y de informática que se han nutrido de la generación Y -aquellos nacidos entre 1980 y 1995, también apodados millennials -, la flexibilización de los códigos de vestimenta laborales, que encuentra en las bermudas un caso testigo, responde a varios factores, entre los que se destaca el desdibujamiento de la frontera otrora rígida que separaba la vida dentro y fuera del trabajo.

«Antes la vida se dividía en horas de trabajo con ropa de oficina y horas de ocio con ropa informal. Hoy, todas las grandes empresas tienen una flexibilidad mucho mayor en ese aspecto y una integración mucho mayor entre las actividades laborales y personales. Y eso lleva a una vestimenta apta para ambas actividades», comenta Silvina Ambrosini, socia de la empresa de búsqueda de ejecutivos Valuar.

Al mismo tiempo, agrega, «también ha cambiado el modelo de profesional exitoso, que ya no es más el workaholic , sino que hoy el modelo más bien está atado a lograr un equilibrio entre lo personal y lo profesional. Y esto está necesariamente representado por una vestimenta más informal y relajada».

Para Matías Perel, CEO de la agencia Latin 3, «el beneficio es un ambiente más relajado, informal y cómodo que estimula el trabajo en equipo, la creatividad y sacar lo mejor de la personalidad de cada uno. Este ánimo tiene un impacto positivo en la productividad, mejora la comunicación y los resultados para nuestros clientes».

Guillermo Willi, Chief People Officer de la empresa de desarrollo de software Globant, coincide: «Creemos que la vestimenta tiene que acompañar aquellas cosas que fomentamos en el trabajo, como sentirse cómodo, con más libertad, en un ambiente distendido, todo lo que ayuda a fomentar la camaradería y la espontaneidad».

En Globant, empresa argentina que cuenta con más de 3000 empleados en varios países, no hay ningún dress code escrito, señala Willi, que destaca que, aun así, «no vas a ver nunca en la oficina a nadie vestido de una forma desubicada. Aunque la informalidad en la vestimenta está permitida, no vemos empleados que concurran desprolijos». ¿Cuál es en Globant el grado de informalidad en verano? «Bermudas, zapatillas y remera, a veces camisa con mangas cortas, así es como vengo vestido los días de calor», cuenta Federico Del Fallo, Visual Designer, de 32 años, aunque aclara que en las ocasiones en que debe visitar a un cliente no lo hace vestido de esa forma. «Cuando uno visita una empresa con otros códigos de vestimenta, se adapta a ese código», subraya.

«Suele haber una autorregulación por parte de los mismos empleados», advierte María Laborda, gerente senior de Relaciones Humanas para el Cono Sur de Avaya, empresa global que brinda soluciones de colaboración empresarial y comunicaciones. Así, agrega, «una persona puede un día estar con saco y corbata, porque tiene una reunión con un cliente, y otro día, en el que no saldrá de la oficina ni tendrá reuniones con personas de otras empresas, venir vestido mucho más informal».

En algunos ámbitos laborales, incluso, el contacto con personas ajenas a la empresa no es un motivo para cambiar drásticamente la vestimenta. Es el caso de Zorzal Wines, bodega mendocina que exporta el 90% de su producción: «Vestimos siempre un casual elegante, traje no usamos nunca -dice Mauricio Boullaude, a cargo de la gerencia general de la bodega-. En verano, generalmente, usamos bermudas, y, si tenemos que ver a algún cliente, en todo caso tratamos de usar bermudas más elegantes. Somos desestructurados, y creemos que eso genera confort, pero también cercanía con las personas, lo que no implica que uno pierda seriedad en los negocios».

Fuera del mundo de los negocios, las bermudas pueden verse incluso en el vestuario de fuerzas de seguridad -por ejemplo entre quienes por estos días participan del Operativo Sol-, sin que el hecho de mostrar las piernas les haga perder autoridad. En Japón, las bermudas han llegado a ser política de Estado: tras el desastre nuclear de Fukushima el gobierno alentó a vestir en las empresas ropas más livianas para reducir el uso de aires acondicionados y economizar electricidad.

Pero si bien el camino hacia una mayor informalidad en la vestimenta masculina es seguido por la mayoría de las empresas, son muchas en las que aún es impensable concurrir en bermudas. «En nuestras oficinas corporativas el código se flexibilizó formalmente hace unos seis años, con la comunicación de una política que explicitaba la aceptación del casual diariamente, mientras recomendaba que, en caso de reuniones externas, se cuidara la formalidad en línea con los interlocutores. En ese momento, se mostraron referencias de lo entendido por casual, donde se excluyeron ojotas y bermudas», cuenta Pilar Fourcade, a cargo del área de Comunicación & Sustentabilidad de Danone.

Por otro lado, concluye, «al hombre argentino es muy difícil sacarlo de lo clásico. Puede ver una ropa más casual en la vidriera de un local de ropa, pero no animarse a ponérsela. Hay muchos tabúes».

 

Fuente: La Nación

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