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«Amor es amor», el matrimonio igualitario según Jean Paul Gaultier
En el Salón de Honor del CCK, al mejor estilo de los grandes museos del mundo, que exhiben prendas de alta costura como si se tratara de arte contemporáneo, Jean Paul Gaultier presentó «Amor es amor – el matrimonio igualitario según Jean Paul Gaultier», una colección de 35 vestidos de bodas, de novias y novios, realizados entre 1991 y 2017. Expuestos hasta mitad de julio, los trajes ultra elaborados, repletos de piedras, pliegues y plumas, con colas de hasta 50 metros, funcionan como un denominador común para armar una retrospectiva de su carrera.
Vestido en blanco y negro, a sus casi 66 años, informal pero distinguido, Gaultier se hizo entender en un medio español e italio-francés y desarmó con ternura su imagen de enfant terrible de la moda francesa, con historias de sus comienzos: víctima del bullying cuando dibujaba en el colegio, con una abuela que fomentó su espíritu libre y la influencia del cine, donde también trabajó, sobrevolando la charla su perfil provocador.
La moda de hombres con faldas, como el corset con conos que usó Madonna, las camisetas de marinero inspiradas en el Querelle de Fassbinder formaban parte de una convicción. “No soy un provocador real”, aseguró. “Porque eran cosas en las que creía, era algo auténtico”. Prendas con la hechura de la alta costura que contrabandeaban mensajes en su forma. “También había personas que pensaban como yo. Era una minoría que devino mayoría después, mi propósito fue capturar el aire de ese tiempo”.
En vez de ir a la academia de costura devoraba las revistas de modas, visitaba los mercado de pulgas, admiraba a los músicos de rock y tenían una mirada social. Así se convirtió en “un visionario que se anticipó casi cuatro décadas”. Esa mezcla estaba en el público: diseñadores jóvenes, supermodelos locales de Teresa Calandra y Teté Coustarot a Flavia Palmiero, blogueras y periodistas de moda y la fauna del ámbito fashion. Todos querían una selfie con él.