Buenos Aires, 25/04/2024, edición Nº 3819
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Salidas

«Fabularen», una exposición desopilante de Benito Laren en la colección Fortabat

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«Fabularen«, una exposición retrospectiva que repasa los momentos más destacados de la carrera del excéntrico artista Benito Laren (San Nicolás, 1962), cuya obra se centra en temáticas y conceptos que giran en torno al esoterismo, los ovnis y citas a obras maestras de la historia del arte, abrió sus puertas a todo público en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat (Olga Cossettini 141).

Proveniente de la generación de artistas de los 90 que mostraron en el Centro Cultural Rojas en la época de Jorge Gumier Maier, Laren es un espécimen difícil de clasificar, que construyó un personaje desopilante alrededor de su figura y que en sus obras utiliza soportes como vidrio pintado con esmaltes, papeles metálicos y purpurina, ruedas de bicicleta, puertas de autos y raquetas.

En el ingreso a la muestra, el público se encontrará con la bandera de “Larenlandia”, una imagen netamente pop de un platillo volador amarillo y naranja, sobre un fondo celeste de estrellas blancas, y en ese preciso instante continuar es aceptar una suerte de ticket simbólico de acceso a este reino de imágenes distorsionadas que posee su propia moneda, su propio aroma y hasta su propio vestuario.

El recorrido por la exposición arranca desde que Benito Laren llegó al planeta Tierra en un plato volador y empieza a ver el mundo a través de ventanas y de lo lúdico. Sus lentes que siempre lleva puestos son filtros con los que mira todo. El reino es una invención donde él vive, pero en ese reino nos podemos quedar, vestir, maquillar, pagar, podemos vivir. Todos los componentes de la cotidianeidad los extrapola para hacerlos extraordinarios”, cuenta a Télam el curador Claudio Ongaro Haelterman, prestándose a este juego de la Laren-manía.

Así, la muestra reúne un total de 120 obras, que van desde los primeros dibujos de su niñez (“Casita”, de 1968), pasa por la serie de ovnis (“Viaje estrellado” o “Visita guiada”), sigue con retratos de colores brillantes que hace de personajes como Frida Kahlo, Mirtha Legrand, Brigitte Bardot o Viviana Canosa, y llega a sus permanentes guiños a la historia del arte local e internacional, como los homenajes a Xul Solar, a Cándido López, a Antonio Berni o a Edvard Munch (una reversión de “El grito” bajo el título “Un estrellado”).

Pero además, Laren encuentra toda clase de objetos idóneos de ser intervenidos o utilizados como soporte de sus obras: puertas de auto (“La más cara de todas”), ruedas de bicicleta incrustadas con monedas (“Bicicleta financiera”), relojes («Cucú Laren») y hasta matafuegos (“Flor de casino, número 1 y 2”), haciéndose eco de un paso de comedia desconcertante que muchas veces ensaya el arte contemporáneo.

“Para mí, el mundo está al revés y yo trato de acomodarlo. Por eso pinto sobre un vidrio, en la parte de atrás. Lo llamé el ‘Pop Oh Art’ porque mis tías no sabían que pintaba y cuando vieron mis obras dijeron ‘Oh’”, bromea Laren durante la recorrida, con sus infaltables gafas de sol, vestido con camisa negra y traje blanco que luce pintadas de billetes de dólar, fichas de ruleta y medallas.

En una suerte de manifiesto que escribió, el artista expresa: “Tuve mi etapa Rosa. Cuando miraba dibujos animados de la Pantera Rosa y luego los copiaba. Además, practiqué el cubismo. Los dibujos que no me gustaban los arrojaba desde lejos a un cubo”.

Es un artista que no representa el mundo en el que vive y que no hace caso a la realidad. Su principal mundo es contener otro real, otro simbólico y otro imaginario. Eso ha marcado su carrera desde los 80 en adelante y hasta la actualidad”, precisa el curador.

Casi en el final del recorrido se encuentra la instalación “Monoambiente”, una cama, dos mesas de luz y un peluche de un mono que, plagada de detalles, propone guiños a la obra de otros 27 artistas argentinos. Sobre el respaldo de la cama, por ejemplo, cuelga un Cristo crucificado sobre un avión de bombardeo (León Ferrari), el acolchado exhibe mapas (Guillermo Kuitca) o los dibujos del propio respaldo de la cama (Fabio Kacero).

La muestra resulta una invitación a sumergirse en un mundo particular, en una fábula. “Pero la particularidad es que, en esta fábula, no hay conclusión, no hay connotación moral. A través de esos vidrios él ve una realidad que no quiere recomponer ni reconstruir, sino que quiere fundar, decir”.

Fabularen” se podrá visitar hasta el 25 de junio, en el museo de Olga Cossettini 141, Puerto Madero, de martes a domingos de 12 a 20. NR

Fuente: Télam

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