Buenos Aires, 19/04/2024, edición Nº 3813
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Salidas

Afinan detalles para inaugurar el paseo gastronómico del Mercado de los Carruajes antes de fin de año

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Rodeado de una quietud atípica, que vuelve irreconocible al Bajo porteño, el Mercado de los Carruajes, ubicado en la avenida Alem y Tres Sargentos, va tomando forma y se afinan los detalles para que, apenas el contexto de la pandemia del coronavirus lo permita, el predio abra al público con una propuesta gastronómica.

No se tratará de un mercado más, sino que será una experiencia donde lo histórico y lo moderno convergerán en un mismo espacio. Los visitantes podrán recorrer los pasillos para comprar frutas o disfrutar de un café en un pintoresco lugar que solía alojar a los caballos que tiraban de los carruajes, a comienzos del siglo XX.

El proyecto busca crear un mercado gourmet particular, con sabores propios de cada rincón del país y del mundo. Según La Nación, el bautizado Mercado de los Carruajes contará con 42 puestos de diferentes dimensiones distribuidos en dos pisos ¿Las propuestas gastronómicas?: productos frescos, parrilla, pastas y pizzas, hamburguesas caseras, crêpes, cerveza artesanal, vinos, tapas españolas, sushi, empanadas, ensaladas poke, chocolates con churros, delicatessen, alfajores, fiambres y quesos, panadería, frutas, verduras, entre otros. La modalidad de venta será de consumo en el lugar, delivery y para llevar.

Por tratarse de un inmueble protegido como patrimonio histórico, la recuperación edilicia debió hacerse con extremo cuidado para no alterar la centenaria arquitectura. En lo que respecta a la obra interna, «está prácticamente terminada», indicaron desde la subsecretaría de Bienestar Ciudadano, donde funciona el programa BA Capital Gastronómica y que tienen contacto con la empresa Mercado de los Carruajes S.A. que lleva adelante la obra.

La fachada del inmueble fue restaurada, así como también los vitrales que se aprecian apenas se ingresa al predio por la entrada de la avenida Alem. Los trabajos permitieron «descubrir» el ladrillo original del edificio, es decir, los famosos «San Isidro» con los que se realizaban las obras públicas en el Siglo XIX.

En el hall de entrada principal del predio se repararon y volvieron a colocar las mayólicas originales, que son pequeños azulejos que se rehicieron de manera artesanal, respetando los colores y tamaños originales, agregaron las fuentes. El revoque en piedra París también se restauró y para ello se requirieron pruebas de laboratorio que permitieron obtener la «receta» para que quedara idéntico al original. Y si bien el portón de cedro del acceso ya fue restaurado, aún no se ha colocado para mantenerlo a resguardo hasta que el nuevo mercado sea abierto.

En lo que respecta a la obra «nueva», se colocaron las fachadas de los puestos y un techo vidriado en el hall central; se instaló además una escalera mecánica para acceder al primer piso y otra secundaria. Se instaló aire acondicionado y se realizaron los trabajos para mejorar los sanitarios y la instalación eléctrica. Por estos días, se colocan los extractores exteriores que permitirán ventilar las cocinas de los restaurantes. La idea es que en los próximos días, con los respectivos cuidados de protocolo para el coronavirus, comiencen a ingresar los locatarios a realizar la puesta a punto de sus puestos.

Cuando parecía que el nuevo Mercado abriría sus puertas entre marzo y abril de este año, la pandemia obligó a dejar en stand by las obras de remodelación durante algunas semanas. Pero, una vez que se habilitaron las obras en bienes públicos (el edificio está bajo cuidado del gobierno de la Ciudad), la empresa inversora recibió la autorización para retomar la parte final de la obra, cumpliendo con todos los protocolos Covid-19.

«Tenemos proyectado abrir en el último cuatrimestre, dependemos de cómo continúe la cuarentena y las decisiones que tomen las autoridades», dijeron los voceros de la sociedad anónima ante la consulta de La Nación.

De caballeriza a paseo gastronómico
El edificio de avenida Alem 852 comenzó a ser construido a fines del siglo XIX con el objetivo de ser la «cochera» presidencial. El responsable de su edificación fue el arquitecto Emilio Agrelo, el mismo que diseñó las Galerías Pacífico. Una vez inaugurado, en 1900, albergó primero los carruajes de los funcionarios y los caballos que tiraban de ellos se alojaban en establos. Desde la segunda mitad del siglo XX se volvió más un taller mecánico de la escudería presidencial hasta que, finalmente, se decidió otorgar el predio bajo concesión para llevar adelante el proyecto.

La ubicación estratégica de este edificio, cerca del Metrobús, de la terminal del Buquebus y rodeada de cientos de oficinas en el Bajo porteño, potenciaría su atractivo turístico y disfrute de los trabajadores y vecinos de la zona.

El monto total de la inversión privada es de U$S 5.500.000 y la sociedad anónima deberá abonar a la Ciudad un canon mensual de $150.000 durante, en principio, cinco años. Con la inauguración de este lugar se contempla generar unos 300 empleos. NR

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